Juana la Loca (Toledo, 1479-Tordesillas, 1555) heredó, contra
todo pronóstico, un reino, Castilla, pero también una enfermedad mental, y eso
en un a época en la que este tipo de patologías despertaban toda clase de
supersticiones. La casaron por intereses políticos con un hombre, Felipe el
Hermoso, amigo de la buena vida y sin ningún interés por ella. Juan nunca se
adaptó al ambiente que reinaba en Flandes, donde tuvo que trasladarse, y su
progresivo deterioro mental la condujo a un palacio-cárcel donde pasaría,
aislada, la mayor parte de su vida.
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